Reseña: Napalm Death 'Resentment is Always Seismic — a final throw of Throes'

Reseña: Napalm Death 'Resentment is Always Seismic — a final throw of Throes'

Me decía un amigo que estos días se van a cumplir 20 años desde la primera vez que vimos a Napalm Death. 20 años de un concierto de una banda que tiene algo más del doble de longevidad y de una actuación en vivo en la que recuerdo perfectamente que me rompieron el reloj de pulsera que llevaba, ese artilugio que los más jóvenes del lugar no habréis usado nunca, pero que en el pit de un concierto de grindcore, puede correr mucho peligro. Un bolo aquel, cañero e intenso, como no podía ser de otra manera en una banda legendaria dentro de la música extrema y pionera en su género ya que, para muchos, son los precursores de esa mutación del punk/hardcore en algo más rápido, agresivo y contundente.

Pero Napalm Death nunca han tenido reparos en tocar más palos dentro del extremismo sonoro, ya que la gran mayoría de su discografía es una fusión de grind y death metal, sin hacer ascos al metal industrial o a la experimentación. Puede que sea por la amplitud de miras de sus miembros, esa formación que podríamos considerar “clásica”, liderada por el pluriempleado Shane Embury al bajo, el carismático y entrañable Mark “Barney” Greenaway a la voz, el siempre solvente Danny Herrera en los parches y el ausente en los escenarios pero no en el estudio Mitch Harris en la guitarra (sin olvidar al fallecido Jesse Pintado y al actual guitarra para directos John Cooke). O puede que esa integración de diversos géneros extremos en sus composiciones sea herencia de los miembros que han pasado por la banda, ya que ninguno de los mencionados arriba son fundadores del grupo y, los nombres que han pasado por Napalm no son cosa menor, como diría aquél. Me dejo muchos -incluso los realmente originales- pero no puedo ignorar al mítico Lee Dorrian (quien formó Cathedral al marcharse y dueño y señor de Rise Above Records, casi nada...); Bill Steer, otro peso pesado del metal con los enormes Carcass (¡y también Firebird!) a quienes veremos en el Rock Imperium 2024; Justin Broadrick, figura clave en el metal industrial con Jesu pero sobre todo con Godflesh; o incluso uno de los culpables del término “blast-beat”, el mítico Mick Harris. En lo personal, siempre he preferido los discos en los que han mezclado más estilos y esa época que algunos detestan de finales de los 90 y principios del 2000, siendo de mis álbumes favoritos el “Diatribes”, mi amado “Words from the exit wound” o el punto de culminación de esa etapa que para mí es el “Enemy of the music business”, pero este amigo que me recordaba ese concierto de dos décadas atrás, me comentaba que este nuevo disco -o ep o lo que sea- que ha editado Century Media, es lo mejor que han sacado los de Birmingham quizá desde el “Enemy...” y, probablemente, tenga razón.

“El resentimiento es siempre seísmico – un último golpe de agonía” reza el título del álbum. Titulazo, muy propio del crust por cierto, que destaca otro de los puntos fuertes de los británicos: sus letras de temática política y social. Para los no entendidos, seguramente la música de Napalm Death sea solo ruido insoportable y un tío gritando y gruñendo como un poseso, pero nada más lejos de la realidad. Su compromiso durante toda su carrera es incuestionable y, ojo con algunos despistados, su posición es clara. Lo digo porque me causaba mucha sorpresa un post de un portal de noticias de rock/metal de USA que leí no hace mucho, donde se destacaba el desconocimiento de muchos de los fans de Rage Against the Machine ante su clarísima posición política. Descubrirlo 30 años después me parece demencial, pero hay gente muy despistada por lo que parece... Supongo que los fans de Napalm Death, más underground, no andan tan perdidos.

Entrando de lleno en la música, me parece un acierto que “Resentment is always seismic – A final throw of throes” abra con un tema como “Narcissus”. En poco más de 3 minutos condensa buena parte de los palos musicales que definen el estilo de Napalm Death, con el bajo amenazante de Embury, la agresividad vocal de Barney, la potencia de sus medios tiempos y la deriva paulatina de la canción al punk, crust y finalmente al grind. Todo esto sumado a su final animado y machacón, creo que da buena cuenta de quiénes han escrito esta canción y a qué se han dedicado durante tantos años. “Resentment always simmers” mantiene el tono oscuro y añade ese toque industrial que tantas veces ha estado presente en su discografía. De nuevo encontramos medios tiempos y aunque tiene una estructura sencilla, el riff principal es muy efectivo y el corte está muy bien resuelto. Encontramos también ese curioso registro vocal que Barney Greenaway usará más veces, como “operístico” o de “canto gregoriano” o vaya usted a saber cómo definirlo, pero siempre desde un punto de vista bastante infernal. “By proxy” sin embargo, va directo a la yugular. Redoble, doble bombo e inmediatez, rápida y agresiva, mucho más grind. Un trallazo brutal que en directo tiene que ser demoledor.

Tanto Shane Embury como Barney son muy fans de otras bandas y estilos y, lejos de esconderlo, lo proclaman a los 4 vientos. El señor Greenaway es muy fan del metal progresivo (que se lo pregunten a Dream Theater) y lo de Embury es prácticamente inabarcable. Así que, nunca es de extrañar que de tanto en tanto metan covers en sus trabajos, ya lo sabemos. En este caso hay dos: “People Pie” y “Don´t need it”. La primera es de Slab! grupo que no conozco de nada pero por lo que oigo, es evidente que tienen un marcado toque funk. La cuestión aquí es que la presencia del bajo lo evidencia (también el ritmo de batería), pero la afinación y sonido de Napalm Death lo lleva a un terreno casi industrial y, en cierto, modo pesadillesco. Como digo, no conozco a Slab! pero mi primera impresión de la canción era como si unos Faith No More de un universo alternativo infernal y retorcido fueran los que estaban interpretando el corte. La segunda, el tema mas corto del álbum, es un cover de Bad Brains, quizá algo menos sorprendente. Musicalmente es directo y agresivo. Punk metalizado perfecto para pogo y locura.

“Man bites dogged” es quizá el que tiene el rollo más death metal del trabajo. Con doble bombo intenso y ritmo directo, está muy pensado para machacar sin contemplaciones. A mitad de canción hay un interesante cambio de ritmo, girando al grind y Barney se desgañita como un poseso, aunque vuelve ese registro ominoso de “canto gregoriano” tan peculiar, que acaba por oscurecer el corte. Ese registro vocal también está en “Slaver through a repeat performance”, aunque pronto muta en berridos clásicos. Y tras ritmos entrecortados, retoman la velocidad con melodías que crean sensación de urgencia y caos. Parece que hay locura, pero todo está más controlado de lo que suena a primera escucha, como ese ritmo final, marca de la casa de Danny Herrera y su manera de usar la caja.

Y cierran con el tema más marcadamente industrial y oscuro y que casi da título al ep, disco, trabajo (llámalo como quieras)... “Resentment is always seismic (Dark Sky Burial Dirge) suena a ritual, rozando el drone al inicio y, como digo, sonando muy oscuro. Un tipo de canción que enriquece mucho el abanico sonoro del grupo y que suena a partes iguales evocador y apocalíptico.

Pioneros de un género, leyendas de lo extremo, Napalm Death han acabado por trascender y significar mucho más que la etiqueta que les queramos poner. Son una banda imprescindible en cuanto a los sonidos más bestias se refiere, una influencia directa para muchísimos grupos que vinieron después y un ejemplo a seguir por ser consecuentes con sus ideas y por su integridad, nunca olvidando sus raíces underground. Imprescindibles para aquellos a quienes nos gusta el metal más burro, el grindcore o el punk más asalvajado y que, al menos una vez en la vida, todos debemos ver en directo.

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